viernes, 27 de marzo de 2009

MOCIÓN DEL GRUPO PARLAMENTARIO POPULAR EN EL SENADO, POR LA QUE SE INSTA AL GOBIERNO A DECLARAR COMO VÍCTIMAS DEL TERRORISMO A LOS SUPERVIVIENTES DEL


DEBATE Y VOTACIÓN DE LA MOCIÓN DEL GRUPO PARLAMENTARIO POPULAR EN EL SENADO, POR LA QUE SE INSTA AL GOBIERNO A DECLARAR COMO VÍCTIMAS DEL TERRORISMO A LOS SUPERVIVIENTES DEL BUQUE PESQUERO CRUZ DEL MAR, ASÍ COMO A OTRAS PERSONAS SUPERVIVIENTES VÍCTIMAS DE HECHOS VIOLENTOS QUE SE HAYAN PRODUCIDO EN LA COSTA AFRICANA ENTRE LOS AÑOS 1976 Y 1980 (Número de expediente 661/000127).

El señor PRESIDENTE: Punto segundo del orden del día: Debate y votación de la moción del Grupo Parlamentario Popular en el Senado, por la que se insta al Gobierno a declarar como víctimas del terrorismo a los supervivientes del buque pesquero Cruz del Mar, así como a otras personas supervivientes víctimas de hechos violentos que se hayan producido en la costa africana entre los años 1976 y 1980.

Para la defensa de la moción en nombre del Grupo Parlamentario Popular, tiene la palabra la senadora Luzardo.

La señora LUZARDO DE LEÓN: Gracias, señor presidente.

Buenas tardes, señorías.

Para Canarias y para la isla de Lanzarote, que llegó a concentrar la mayor flota artesanal y sardinal del país, el banco sahariano ha sido siempre una zona de pesca excepcional, ya que las islas son casi una prolongación de aquel y, por tanto, está situado en una posición geográfica inmejorable para sacar partido en cuanto a su explotación.

La pesca tenía lugar en diversos puntos de la costa africana que iban desde cabo Bojador a cabo Blanco, frente a un litoral sumamente árido, y los puertos base de estos pesqueros eran el puerto de la Luz, en Las Palmas de Gran Canaria, y el puerto Nao, en Lanzarote.

El interés por pescar en la costa, como coloquialmente lo denominábamos, se incrementó en esta zona al avanzar la tecnología en el siglo XX; de hecho, en 1955 había 3.000 marineros faenando en ese lugar.

Al amparo de la pesca se desarrolló en la isla una floreciente industria de conservas y de salazón de pescado, que ha sido durante mucho tiempo la primera actividad económica de la isla.

Durante las campañas de pesca los canarios iban en embarcaciones desnudas, llevando una vida de gran sacrificio, y era frecuente que desde muy jóvenes, casi niños,

los hombres de Lanzarote se incorporaran a faenar en los barcos que iban a la costa.

Fue a partir de 1975, fecha en que España se retira de la zona y cede la administración del territorio a Marruecos y Mauritania, cuando la explotación del banco de pesca sahariano genera un buen número de incidentes: algunos barcos fueron secuestrados y otros ametrallados. Tripulantes de los barcos Saa, cabo Juby, Sarita, Gargomar y cabo de Terranova fueron secuestrados y, como cuentan hoy día algunos de ellos, con tan solo 18 años en aquel momento, a 13 millas de la costa, se acercaban en lanchas personas desconocidas, portando armas, pero de forma amistosa, y los llevaban primero a la orilla y después al interior del desierto, donde acampaban. En algunas ocasiones incluso soportaron bombardeos desde aviones, afortunadamente sin consecuencias. Siempre los trataron bien: les daban comida, les permitían asearse y los visitaba un médico a diario. También les proporcionaron balones, cartas y juegos de dominó para que se entretuvieran. El tiempo de retención varió entre los tres meses, en algunos casos, hasta siete.

Más grave fue lo que le ocurrió al pesquero Cruz del Mar, con base en el Puerto Nao, en Lanzarote al que, según la narración de los supervivientes, subieron personas desde las lanchas al barco, los hicieron agruparse y los ametrallaron; de los diez tripulantes murieron siete, y solo tres pudieron sobrevivir porque se tiraron al agua. Todavía no se conoce a los verdaderos culpables. Esta tragedia fue un mazazo para la población conejera, cuyos padres y abuelos habían pescado en esa zona, y por la juventud de algunos de sus tripulantes.

El dolor, la rabia y la impotencia se mezclaron esos días y han hecho que esta tragedia no se haya olvidado en la isla de Lanzarote durante estos treinta años. Todavía hoy, cada 28 de noviembre se conmemora en la isla este fatídico día con un sencillo acto de homenaje a las víctimas del Cruz del Mar, con la presencia de familiares, vecinos y autoridades que no quieren que caiga en el olvido el recuerdo a estas personas, un acontecimiento que conmocionó en su momento a la sociedad canaria. Entre 1976 y 1986, murieron catorce canarios y otros siete fueron gravemente heridos, y otros, si bien no sufrieron heridas físicas, sí padecieron daños psicológicos y morales.

En el año 2000, después de la aprobación de la Ley 32/1999, de solidaridad con las víctimas del terrorismo, el Gobierno reconoció a los pescadores fallecidos como víctimas del terrorismo, pero no así a los supervivientes, a los que solo se les ha considerado víctimas salariales, como si hubieran sufrido un accidente laboral.

En la misma situación que estos marineros de Lanzarote, tanto si fueron secuestrados o ametrallados, se encuentran también otras personas a las que no se les ha concedido ningún reconocimiento que son familiares o trabajadores de las minas de fosfato Fos Bucraa y de empresas españolas cuyas instalaciones y bienes fueron objeto de atentado, que también sufrieron daños, y que han sufrido desamparo durante estos años al no reconocérseles esta situación en su justa medida, que es ser declarado víctima del terrorismo. Estas personas reclaman la igualdad de trato con las demás víctimas del terrorismo reconocidas por el Estado, y el reconocimiento a la dignidad y a la memoria de las víctimas que desarrollaron su labor en medio de un conflicto por la territorialidad de la ex colonia española. Solicitan la reparación de daños y las indemnizaciones que les son debidas a quienes han sufrido actos terroristas.

Esperamos que ni el tiempo transcurrido -30 años- o la lejanía en la que se produjeron los incidentes con respecto a la España peninsular -a más de 2.000 kilómetros- sean motivo para que no se reconozca la tragedia que muchas víctimas canarias y sus familias han padecido en la reciente historia de España, desde 1975 hasta 1986, y puedan recibir del Estado el tratamiento administrativo y económico que les corresponde y no continúe en el olvido lo que estas personas sufrieron por llevar a cabo su trabajo.

Por todo esto, el Grupo Parlamentario Popular a través de esta moción ha solicitado la declaración de víctimas del terrorismo para los supervivientes del Cruz del Mar, así como para otras personas en su misma situación.

Todos los partidos presentes hoy en esta Cámara hemos llegado al acuerdo para firmar una enmienda transaccional, que espero recoja este sentimiento reivindicativo de la sociedad canaria, para que, al final, se cumpla con lo que están exigiendo estos ciudadanos, que también son españoles. Por este motivo, me gustaría dar las gracias a todos los partidos por recordar este hecho ocurrido hace 30 años -cuando tenía lugar la Transición española y estábamos ocupados en consolidar nuestra democracia-, y porque hoy el Senado dé un paso más para que se les reconozca todo el trabajo que realizaron.

Garcias a todos.

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