martes, 24 de marzo de 2009
Cenaron con nosotros, tomaron café, charlamos casi una hora y después nos ametrallaron
Cenaron con nosotros, tomaron café, charlamos casi una hora y después nos ametrallaron
Escalofriante relato de uno de los supervivientes del "Cruz del Mar"
01/12/1978
Lo más escalofriante del incidente en el que perdieron la vida siete pescadores es, quizá, el hecho de que los asaltantes del Cruz del Mar permanecieran friamente, y durante una hora, a bordo del barco tranquilizando a la tripulación, hasta que al final la ametrallaron. yer, y ya con más calma, uno de los supervivientes, Eusebio García Rodríguez, casado, de veinticinco años, contó con detalle a Jesús de las Heras, enviado especial de EL PAIS a Las Palmas, cómo se produjeron los hechos. Su narración es la siguiente:
• Permanece el clima de tensión
«A las siete y media de la tarde del martes día 28, cuando íbamos a acostamos, llegaron los asaltantes. Mi hermano gritó: "Están aquí los moros." Miguel Angel fue el primero que los vio, y entre todos decidimos ayudarles a atracar su lancha junto a nuestro barco, ya que no podíamos hacer nada por defendemos, puesto que estábamos fondeados. Les ayudamos a subir. Lo hicieron diez o doce, otros seis o siete se quedaron abajo, en la lancha. Ellos nos apuntaban con sus armas, pero nos tranquilizaban diciendo que no pasaría nada. Eran fusiles como el Cetme, pero con culata de plástico y el cargador curvo. Iban vestidos de hombres-rana, pero con la cara destapada. Eran blancos, pero moros: saharauis o mauritanos. Hablaban castellano, con el acento típico del mauritano o del saharaui, que es el mismo. También empleaban frases en francés. En el traje de hombres-rana llevaban en el pecho un redondel con una S y unas letras debajo que a mi hermano Miguel Angel le parecieron que ponía Frente Polisario. Trataban de tranquilizarnos a toda costa.Comieron el pescado que habíamos preparado para la cena, tomaron el café, estuvimos hablando con ellos casi una hora. Hablábamos de cosas sin importancia, tratábamos de tranquilizarnos unos a otros, aunque temíamos que nos iban a matar. Mientras tanto, varios de ellos colocaron una bomba en un dormitorio de popa. Nosotros les dijimos que nos dejaran una lancha y nos iríamos de allí; ellos insistían en que no nos preocupáramos. Finalmente, al muchacho le preguntaron qué edad tenía, él dijo que catorce años, y uno de ellos comentó: "Qué pena, vas a morir." Entonces nos colocaron en la banda y vimos que nos iban a matar. Tres nos tiramos al agua; oímos las ráfagas que dirigían a nuestros compañeros; después, otras ráfagas se hundían en el mar, junto a nosotros. Poco después los asaltantes se retiraron; mi hermano subió entonces al barco, llamó por radio al servicio de socorro de Arrecife y Las Palmas; sabía que había una bomba en el barco y no esperó respuesta; cogió una balsa y la echó al agua. En ella estuvimos varias horas hasta que fuimos rescatados.»
Respecto a la identidad de los asaltantes, este hombre sólo puede decir lo siguiente: «Un momento antes de disparar ellos nos quitaron los relojes y también cogieron la libreta de navegación; entonces fue cuando dijeron que ellos eran saharauis y que estábamos pescando en aguas que les pertenecían. » Y añade: «Uno de ellos dijo: "Ustedes no lo contarán, pero los próximos lo pasarán igual o peor."»
DIEGO TALAVERA, - Las Palmas - 28/11/1979. EL PAIS.
Un año después del ataque al pesquero canario Cruz del Mar en aguas del Sahara, donde perdieron la vida siete tripulantes -uno de ellos de catorce años-, no se ha dado hasta hoy, fecha del primer aniversario, una explicación oficial del atentado, a pesar de que se nombró una comisión para investigar la acción. Desde entonces, el pueblo lanzaroteño, y el canario en general, lleva pidiendo una nota del Gobierno en donde se exijan responsabilidades y se clarifique el criminal atentado.
El Cruz del Mar se encontraba faenando en el banco pesquero sahariano, muy cerca de cabo Cabino, cuando fue abordado por una lancha neumática con varios individuos armados con metralletas. Después de estar conversando tranquilamente con los tripulantes durante un tiempo prudencial, comenzaron a disparar ráfagas contra los indefensos trabajadores sin mediar discusión ni violencia alguna.Uno de los tres supervivientes del atentado, Eusebio Rodríguez García, recuerda así aquel dramático momento: «Acabábamos de cenar, el barco estaba fondeado y serían aproximadamente las ocho de la noche. Yo me encontraba en la parte de popa, cuando sentí ruidos y varios hombres subieron al barco, estaban armados y recriminaban a nuestros compañeros. Les pedían el permiso para pescar en aquellas aguas. Vi cómo les encañonaban y les obligaban a desprenderse de sus relojes. Uno de ellos le preguntó a Sebastián, el chico de catorce años, por su edad. Cuando éste se la dijo, meneó la cabeza varias veces y afirmó algo así come, que era una lástima. Aquello no me gustó nada y pensé que algo malo iba a ocurrir. »
En efecto, segundos después, los pusieron a todos por la borda y a sangre fría comenzaron a disparar contra los tripulantes. «Yo me tiré al agua», añade el superviviente, «como si hubiera sido alcanzado por algún tiro, y nadé alrededor del barco hasta que cesaron de disparar. Luego encontré a mi hermano y a Manuel Hernández, que también habían logrado saltar del pesquero en los primeros momentos de la confusión; después observamos cómo el pesquero explosionaba a consecuencia de alguna bomba que había sido conectada al mismo. Una lancha neumática se puso a flote y pudimos alcanzarla; más tarde logramos rescatar el cuerpo del patrón, que había resultado muerto, hasta que fuimos recogidos por la tripulación de otro pesquero.»
Las primera acusaciones se dirigieron entonces -pronunciadas, incluso, por altos mandos militares- contra el Frente Polisario, que anteriormente había protagonizado acciones contra los pesqueros que faenaban en lo que ellos consideran aguas territoriales de la RASD, con el fin de hacer valer su soberanía en la zona que Marruecos y Mauritania ocupaban entonces, a raíz del acuerdo tripartito de Madrid.
Mentis del Polisario
No obstante, el movimiento guerrillero saharaui, que siempre reivindicó sus operaciones militares, como los secuestros de tripulantes del Saa y Las Palomas, negó rotundamente desde su sede de Argel su participación en este ataque. Recordaba el Frente Polisario que nunca atentó contra la vida de personas indefensas y destacó los testimonios de la prensa internacional sobre el buen trato que en sus campamentos recibían los prisioneros enemigos capturados en acciones de guerra.Posteriormente, cuando se analizaron las características del ataque, la zona en donde se llevó a cabo y, sobre todo, la rentabilidad política del mismo, un amplio sector de la opinión pública canaria dirigió sus sospechas hacia Marruecos; el Cruz del Mar había sido abordado en aguas controladas por la Armada real marroquí -al parecer realizaban maniobras en ellas durante aquellos días-, y muy lejos del escenario donde el Frente Polisario protagonizó sus acciones anteriores. Por otro lado, observadores políticos explicaron que el atentado se producía cuando existían síntomas de un acercamiento entre el partido gubernamental español, la UCD, y representantes del pueblo de la antigua colonia.
Días después del atentado se produjeron manifestaciones en Las Palmas y Lanzarote contra el atentado. Al mismo tiempo, los pescadores, con el apoyo de todas las centrales sindicales y partidos políticos, exigieron al Gobierno una investigación a fondo de estos hechos para descubrir a los verdaderos culpables.
El senador y actual consejero de pesca de la Junta de Canarias, Rafael Stinga, manifestó que «en mi condición de lanzaroteño he insistido repetidamente para saber el resultado de la Investigación, pero la versión oficial del Gobierno es que aún no ha terminado. A nivel personal, pienso que en determinadas circunstancias, que no sé si se darán en este caso, puede no ser conveniente decir lo que en su día se averigüe; porque si se publicara Una acusacíón concreta, podrían crearse conflictos que entorpecerían las relaciones con algunos de nuestros vecinos, de lo que saldrían perjudicados los pescadores».
En relación a si creía que estas razones podrían justificar el silencio del Gobierno cuando ya se conocieran a los autores de la matanza, añadió: «Depende de las circunstancias; si las relaciones se encuentran en un punto en que no tenemos nada que perder, no deberíamos andamos con contemplaciones. Si ello puede crearnos dificultades, habría que sopesar mucho la oportunidad de revelar lo que se averigüe». Rafael Stinga agregó por último que «algún día habrá que pedir al Gobierno que explique a nivel parlamentario el resultado de estas investigaciones».
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